
Uno de los impactos más crudos de la crisis de la economía mundial se mide en términos de empleos caídos, reducción de los salarios y deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores y sus familias.
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* Director del Centro de Estudios de la Federación Judicial Argentina (CEFJA-CTA); Miembro del Comité Directivo de CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) |
Es un tema que se constata en la evolución del desempleo estadounidense que pasó del 6% al 10% en los últimos dos años, los de la crisis, y pese a la
recuperación y salida de la recesión a finales del 2009. El abultado salvataje estatal en EEUU tuvo destino en grandes empresas con problemas económicos y financieros, que utilizaron los fondos para promover el ajuste al interior de las empresas, cerrando sucursales, talleres, plantas industriales, oficinas y salones de venta; cesanteando y licenciando personal, negociando reducción de ingresos y perdidas de derechos laborales; aunque también se derivaron recursos del salvataje para asegurar importantes ingresos de los principales ejecutivos de las grandes empresas en problemas. Luego de la recesión por un año y con dudas de una recidiva, la variable de ajuste son los trabajadores y sus familias, con un Estado que inclinó la balanza en favor de las empresas, los ejecutivos y los empresarios.
Pero no es solo EEUU, España con su 20% de desempleo, unos 4 millones de personas, en un país que era visibilizado como el milagro contemporáneo, se pone de manifiesto el mismo proceder y resultado. Era un país que había salido de la marginalidad europea gracias a la potenciación de la integración en el viejo continente y la lubricación de un mercado inmobiliario alentado por las finanzas continentales. Ahora, descargando la crisis sobre los trabajadores españoles, el capitalismo europeo pretende diluir una crisis profunda que afecta también a Grecia, a Portugal, a Irlanda, países que están colocados en la vidriera de la crisis. Claro que no siempre el fenómeno expresa la esencia, y detrás de los estados endeudados están los prestamistas: la banca francesa y alemana. Por ello, la crisis no es solo de la periferia europea, de los PIGS (por Portugal, Irlanda, Grecia y España), sino del centro bancario y económico de la Europa Unida: Francia y Alemania. Europa no está fuera de la crisis y los que pagan son los trabajadores. Esa es la razón de una conflictividad visible con el paro y movilización de los trabajadores griegos, en contraste con la negociación salarial que empujan las centrales sindicales de los países de Europa que subordinan la demanda salarial al chantaje empresarial de la crisis.
El hecho es que la crisis descarga su peso sobre los trabajadores, en EEUU y en Europa y actúa como un gran chantaje ejercido por el capital contra el trabajo y el conjunto social. Es un chantaje que enarbolan los organismos internacionales con sus recetas de ajuste y liberalización de la economía. De ese modo, la crisis se utiliza como excusa para avanzar en la ofensiva liberalizadora de los capitales más concentrados. Mientras se afectan ingresos y condiciones de vida de la población trabajadora se realiza un trabajo ideológico sobre el conjunto de la sociedad para legitimar los ajustes regresivos.
El interrogante es si ocurre algo distinto en nuestra región y especialmente en la Argentina. Un argumento generalizado es que las políticas activas de los estados vienen a sostener el nivel de actividad, evitar la recesión y cuando se produce, salir rápidamente de ella. Es el argumento usado en EEUU para justificar el salvataje de empresas, de lo contrario, se sostiene, se estará peor.
Es un discurso que merece ser discutido para pensar si cualquier modelo productivo, o cualquier tipo de sostenimiento del nivel de actividad es el adecuado para una calidad de vida que asegure soberanía alimentaria, energética, o financiera.
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