Tucumán: Territorio
Las madres cuidadoras cumplirán 17 años de solidaridad
Viernes 12 de marzo de 2010, por Corresponsalía Tucumán *

Leonor Cruz encabeza el grupo de madres cuidadoras y empieza a contar esta historia. Nos recibió en la sede del pasaje Unamuno donde hablamos sobre el emprendimiento que está cumpliendo 17 años. Asentadas en el barrio La Bombilla cuenta que esto se inicia cuando sin trabajo, ni ellas: las mujeres -ni sus consortes- tienen en el horizonte un futuro negro y un presente vacío. Deciden que el camino para salir de ese maldito lugar es el de darse la mano.

La construcción de ese vínculo va creciendo y la palabra solidaridad baja del diccionario a la realidad que como una manta amiga va cubriendo el barrio desamparado. Se arma en una primera instancia la atención de niños de cero a cuatro años. Darles de comer, ayudarlos a cuidar mientras sus padres buscan el sustento. La relación va creciendo. Descubren que la atención de los niños va más allá de una mamadera. El crecimiento de los chicos también hace crecer lo que se debe amparar y va estirándose el techo y la manta de afecto a niños que mutan hacia la adolescencia.

Aprenden a darle una aplicación a las horas de ocio con talleres que aportan a la formación. Interviene el gobierno y un par de organizaciones internacionales que comienzan a aportar experiencias y dinero. Crece la solidaridad y el vínculo se empoderar porque aprenden que muchos de la mano, se los escucha. Despiertan ante los textos de la ley que existe pero que no se lee y se los posterga por razones que no tienen razón de ser.

Se va consolidando la experiencia mientras se expande el criterio que cada día va sumando, sumando y sumando voluntades. El proyecto crece y se consolida se abren recintos donde se va a atender a los chicos, que no son otra cosa que casa de familias donde se alojan, se les da comida y entretenimiento. Les dan folclore, teatro, títeres y nuevas formas de vincularse.

Nos llevan a recorrer la casa de Doña Irma, una robusta bisabuela que ampara en morada a treinta y cinco chicos de cero a cuatro años y en otro sector de la vivienda al grupo de los cinco a los catorce años. El marido que otrora fue empleado de comercio y achurero hoy es un ayudante de cocina de esta matrona de 70 años que no está dispuesta a jubilarse porque tiene mucho que hacer.

La casa modesta, con paredes inconclusas y pisos desparejos la recorremos guiados por esta Irma grande y afectuosa que pasa tocando cabezas negras, rojas y cariñosas. Es imponente la escena. Desborda por todos los poros ese afecto imprescindible. La ayudan mientras ella cocina, dos jóvenes que juegan con los chicos con unos aros plásticos de colores vivos.

Fuente: www.primerafuente.com.ar

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