Un juicio de todos
Martes 6 de julio de 2010, por Luis "Vitín" Baronetto *

La condena a los militares y policías autores de los fusilamientos y asesinatos de los presos políticos de la UP 1 será un primer paso, que contribuirá a avanzar en la investigación de la responsabilidad penal de quienes usufructuando espacios de poder en la sociedad cordobesa, han podido hasta ahora escapar del perezoso brazo de la justicia.



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Secretario Adjunto de la CTA de la Provincia de Córdoba; Director de Derechos Humanos de la Municipalidad de Córdoba

Demostrando con eso la realidad de un estado terrorista que contó con la participación de los distintos factores de poder de la sociedad argentina, que alentaron, avalaron y justificaron a las fuerzas armadas para que eliminaran a quienes cuestionaron una estructura social generadora de miseria, violencia, injusticias y marginaciones de todo tipo.

Los presos políticos fusilados de la UP 1 fueron militantes populares que protagonizaron esa necesidad de cambio social que amenazó los privilegios de minorías con mucho poder. Por eso para eliminarlos se apeló al terror, la tortura y el asesinato, que aplicaron las fuerzas armadas de la represión.

Se trató de profesionales, docentes, políticos, universitarios, sindicalistas, militantes barriales de reconocida trayectoria y reconocimiento social, que se opusieron al régimen establecido y disputaron el poder del estado para una transformación social portadora de mayores niveles de justicia social y distribución de la riqueza. Por esta activa militancia fueron detenidos, acusados de violar la ley de seguridad nacional, y sometidos a procesos penales.

Pero lejos de aplicar la ley, los dueños del poder político, militar y económico de la época optaron por aplicar el terrorismo de estado, creyendo que sería posible enterrar con los muertos, los proyectos, la voluntad y el compromiso militante de los pueblos que no se resignan a vivir pisoteados en su dignidad y vulnerados en sus derechos.

La memoria de la vida de estos muertos estará presente en este histórico juicio interpelándonos por los deberes de la hora actual. Pero también como advertencia para los que se empecinan en paralizar la rueda de la historia, como si fuese posible impedirle a los pueblos respirar nuevos aires de justicia.

Este es el juicio de todos. No sólo de quienes hemos venido exigiéndolo durante estos 34 años. Porque será un juicio reparador de olvidos y complicidades. Pero sobretodo reivindicador de la fidelidad y consecuencia en la lucha de militantes populares, que dejaron como mejor herencia su actitud de entrega generosa y desinteresada. En una lucha política, que aunque difícil, complicada y muchas veces confusa, seguirá siendo un imperativo para las nuevas generaciones interpeladas por las escandalosas diferencias sociales que condenan en la miseria a millones de compatriotas.

Será el juicio de todos porque los sindicatos a los que pertenecieron los fusilados podrán rescatar sus propias historias de lucha y compromiso. Será el juicio de todos porque los centros de estudiantes de hoy podrán reconocerse y aprender de la vocación militante de los fusilados que junto al debate en las asambleas promovieron acciones concretas para transformar la realidad.

Será el juicio de todos porque las juventudes políticas deberán reivindicar formas de hacer políticas superadoras del oportunismo, el clientelismo y el aprovechamiento personal del poder. Será el juicio de todos porque los profesionales podrán mirarse en el espejo de testimonios que pusieron sus conocimientos y capacidades al servicio de los intereses populares.

Será el juicio de todos porque los militantes barriales encontrarán raíces en las movilizaciones y experiencias de organización que posibilitaron conseguir reivindicaciones básicas como el agua, la luz eléctrica, dispensarios y escuelas en los barrios y villas olvidados por los poderes públicos.

Será el juicio de todos porque son el conjunto de la sociedad y de un modo especial sus sectores más desprotegidos los que sufrieron las consecuencias del vacío provocado por la eliminación de estos militantes.
Y hoy necesitan fortalecer sus organizaciones y sus luchas abrevando en la memoria de aquellos testimonios. Será el juicio de todos porque es toda la sociedad la que necesita recuperar la credibilidad en sus instituciones, mediante el ejercicio de una justicia con garantías para víctimas y victimarios.

El respeto a las leyes y procesos judiciales que los ejecutores del terrorismo de Estado negaron a los presos políticos fusilados de la UP 1. Y con esto el fortalecimiento de una democracia real, participada, solidaria y con justicia social.

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