Previamente, a las 16.00, en ese mismo lugar de la ciudad de Rosario se llevará a cabo una conferencia de prensa.

Carlos Del Frade en su libro recuerda con emoción la conmeración de uno de los hitos más importantes de la clase trabajadora en épocas donde todo se privatizaba y al mismo tiempo se hipotecaba el futuro de millones de argentinos.

A diez años del río místico de la historia argentina este escritor rosarino, militante ante todo nos familiariza con conceptos de lucha que empiezan a tener agenda gubernamental gracias a la resistencia y la ansiedad por recuperar los que nos saquearon en toda la década del noventa. Instalando en nuestro país una segunda etapa del Terrorismo de Estado, sumiendo a la democracia en un concepto formal y vacío, donde la premisa de los grupos dominantes era poner el acento en los despidos y en los saqueos de los recursos naturales propios del pueblo

Si hoy nos resultan familiares conceptos tales como Asignación Universal por Hijo, Plan Jefes y Jefas de familia o Seguro para la vejez es, entre otros motivos, porque hace 10 años la Central de Trabajadores de la Argentina tomó la decisión política de organizar una Marcha Grande por el Trabajo para que no haya ningún hogar pobre en nuestro país.

Así fue que, entre el 26 de julio y el 9 de agosto de 2000, trescientos militantes de la CTA caminaron por los pueblos desde Rosario a Buenos Aires con un objetivo: instalar en la agenda pública la necesidad de discutir la distribución de la riqueza. Y con una meta: conseguir un millón de firmas que avalen un Seguro de Desempleo y Formación. 300 militantes salieron de Rosario, 15 mil llegaron a las puertas del Congreso Nacional escribiendo a pata y pulmón una página trascendente en la historia de la CTA y del movimiento obrero argentino.

Nuestro compañero Carlos Del Frade revive aquellas dos semanas de marcha ilusionada sumando en coro las voces de los caminantes a un sentido relato, nutrido de historia y de épica. O como él mismo anticipa en su prólogo: La Marcha Grande, el río místico de la historia social argentina, no solamente fue uno de los hitos más notables de la crónica política de los últimos veinte años, sino también una clara señal de los puentes que existen entre las viejas peleas y las nuevas necesidades. Un ejemplo palpitante de que la memoria y la resistencia siempre están cargadas de futuro.