Cierto es que la medida -con la importancia que tiene para nosotros, jubilados y pensionados integrantes de organizaciones enroladas en la CTA- resulta insuficiente hasta que no se extienda el 82 por ciento móvil a todos los jubilados y se reconstruya en serio un sistema previsional de reparto, universal y solidario.

Por ello venimos bregando para que el Congreso de la Nación apruebe una nueva Ley de Previsión Social, proyecto que tomó estado parlamentario a través de la presentación realizada por nuestra compañera diputada Graciela Iturraspe acompañada por la firma de otros 13 legisladores nacionales.

Sin embargo, no podemos dejar de mencionar que en esta larga lucha que venimos sosteniendo los trabajadores jubilados y pensionados de la CTA, lo que se votó ayer en el Senado es un avance que va en la dirección de ir dando una respuesta concreta a nuestras demandas. Por eso la apoyamos.

Como se puede apreciar, no tenemos toda una vida por delante para seguir esperando que el Gobierno se digne a atender nuestros legítimos reclamos o que la Justicia siga fallando, como lo hace la Corte Suprema, a nuestro favor.

Lo que vivimos ayer, rodeados por una multitud movilizada por la CTA en respaldo de una reivindicación histórica de la clase trabajadora, es un ejemplo de militancia y dignidad mediante los cuales fuimos capaces de generar este triunfo que nos enorgullece. Miles de compañeros nos acompañaron y celebraron junto a los jubilados que estuvimos acampando desde un día antes frente al Congreso en nuestra "Carpa de la Dignidad".

Sin lugar a dudas, este miércoles de la Marcha 966 de los jubilados que resistimos, estuvo plagada de emociones, llanto, alegría y orgullo.

Por supuesto que todo lo que hemos vivido estos días como parte de una construcción colectiva no nos hace olvidar que cuelga sobre nuestras cabezas la advertencia del Poder Ejecutivo Nacional de vetar la ley. Si fuera así, sería una soberana injusticia. Amenazarnos con un discurso que afirma que si los jubilados podemos comer todos los días vamos a provocar la caída de la economía y el fin del mundo, es un argumento muy similar al que utilizó Domingo Cavallo cuando ideó y ejecutó la tristemente famosa Ley de Solidaridad Jubilatoria que nos convirtió en mendigos y parias en nuestro propio suelo.

No somos necios. De ninguna manera negamos que mediante la Ley de Movilidad aprobada por este Gobierno tenemos un aumento en nuestros haberes jubilatorios dos veces al año. Pero el Poder Ejecutivo sabe muy bien, porque lo dijimos desde un primer momento, cuando cuestionamos a fondo la fórmula esotérica que se utilizó para calcular esa movilidad, que cuando cobramos esos pocos pesos la inflación ya se comió nuestros magros ingresos.

Por lo tanto, no queremos aumentos graciables, queremos leyes que respeten nuestros derechos. No queremos ser ciudadanos de tercera categoría, somos los que ayudamos a engrandecer a nuestro querido país.

Pedimos sinceramente, con respeto y firmeza, a la Presidenta de la Nación que no vete una ley que está destinada a devolver parte de los derechos incautados a nosotros, los jubilados, junto con los pibes, el último orejón del tarro de este sistema.

Plata hay, lo que no quieren es repartirla. Proponemos que el Ejecutivo envíe ya al Parlamento un proyecto de ley para restituir los aportes patronales derogados por Menem y Cavallo en 1993, con lo que se obtendría una importante cantidad de recursos genuinos para financiar el 82 por ciento móvil. Si así lo hiciere, nos comprometemos a acompañar esa iniciativa legislativa con una movilización nacional de la CTA.