Integración regional
Bell Ville ovacionó el paso de los ladrilleros bolivianos
Jueves 11 de noviembre de 2010, por Corresponsalía Córdoba *

Aplauso cerrado y apoyo popular para la comunidad de ladrilleros bolivianos durante el desfile por el día de la ciudad. En sus propias narices, el dirigente justicialista Domingo Carbonetti, esposo de la intendenta de Bell Ville, vio como eran aplaudidos los hombres y mujeres que quiere desalojar.

Por allí pasaron, por la avenida Faustino Molina, mostrando orgullosos su wipala, esa bandera multicolor que identifica a los pueblos que rinden culto a la Pachamama. Y cumplieron con su palabra. Porque el mensaje iba con ellos. Porque el escrache era su sola presencia, sin necesidad de enturbiar con agregados un mensaje ya demasiado claro.

La gente de Bell Ville, CVórdoba, les devolvió esa presencia con un generoso aplauso, el más notorio de toda la fiesta cívica. Un apoyo implícito que se hizo sentir.

Desfilaron los chicos con una bandera llena de manitos y nombres, hecha por ellos mismos. Desfilaron los grandes, con varias mujeres luciendo sus trajes típicos del Altiplano. Y acompañando el paso de todos, las enseñas patrias argentina y boliviana, seguidas por aquella bandera inmensa, cuadriculada y policromática, que identifica a los pueblos originarios.

“No te lo puedo explicar, fue increíble el apoyo de la gente”, dijo emocionado José Ríos, uno de los líderes de la comunidad de ladrilleros asentada sobre un predio que es propiedad del legislador provincial Domingo Carbonetti. “Estamos muy contentos, porque nunca antes nos habíamos imaginado el cariño que podía expresar la gente por nosotros”, agregó sólo minutos después de que la colectividad desfilara por primera vez en la historia participando de la fiesta aniversario de la ciudad.

Y no pudo ocultar que semejante expresión popular les da algo de aire en su lucha por no ser desalojados. “Claro que sí, esto es un apoyo muy grande que nos ayuda en nuestra situación tan difícil”, admitió sin rodeos.

Su lectura era también la lectura que hicieron todos. La que se vivía en el palco oficial, desde el cual la intendenta Carmen Ceballos de Carbonetti tuvo que aplaudir de pie, aunque sin lograr que su marido, influyente dirigente delasotista, –sentado y cruzado de brazos– hiciera lo mismo y ni siquiera sonriera.

El paso de los bolivianos, ubicado en el número 31 en una larga lista de 113 agrupaciones que participaron de la fiesta cívica, terminó llevando cierto alivio para las autoridades. No hubo el escrache tan temido. Ni cánticos, ni banderas alusivas al desalojo.

“¡Viva Bolivia!” fue el único grito, un tanto huérfano, que salió de boca de un vecino anónimo que logró ubicarse bien frente al palco. Y además, claro, los aplausos, que ardían y no cesaban.

En medio de tanta algarabía, sorprendió la intervención del segundo locutor de la ceremonia. “¡Aquí van los vecinos bolivianos y bellvillenses, que tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones que el resto!”. El mensaje entrelíneas resultó demasiado claro.

Aún así, el paso del último miembro de la colectividad generó tranquilidad. Tanto fue así que ni bien pasó el último boliviano, la funcionaria Liliana Andreola de Paultroni, una de las que estuvo a cargo del evento, coordinando desde el nivel calle, se acercó hacia el sector de autoridades y no pudo evitar levantar su pulgar y guiñarle el ojo a la intendenta. No habían tenido que lamentar ninguna expresión excesiva, lo que no era poco.

Fuente: Adolfo Ruiz, www.diaadia.com.ar

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